Mediador. Maestro
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   La pedagogía constructivista, y podemos decir que también la catequesis inspirada en ella, que fue perfilada en sus dimensiones psicológicas del aprendizaje en Escuela de Harvard hacia el año 1975, reclama la idea del profesor mediador como sustitutiva de la figura del formador o del docente erudito que desarrolla con máxima competencia un programa determinado.

   La idea generatriz de esa pedagogía es la acción del alumno como prioritaria en el desarrollo de los conocimientos. El profesor deja de ser artífice del aprendizaje y se convierte en intermediario en el proceso: prepara el camino, aporta experiencia, selecciona instrumentos, discierne objetivos, suscita estímulos. Eso quiere decir que la mediación del docente se convierte en instrumental y que el protagonismo, compromiso, intervención, interactividad selectiva, corresponde al discente en la medida en que su edad y sus circunstancias se lo permiten.
   En el terreno religioso, como en los demás, el profesor, el educador, el catequista, según los casos, tienen que hacerse conscientes de que su función tiene que clarificarse. Más bien actúan de catalizadores de reacciones y de animadores de la actuación de los alumnos, cultivando al máximo el respeto a los ritmos personales y ayudando a seguir los caminos y a conseguir los objetivos.
   El catequista es mediador de los catequizando y ello implica cierta benevolencia metodológica que supera los esquemas clásicos de la "instrucción cristiana" y del proselitismo religioso sin más. Y ello supone cierta habilidad para mejorar disposiciones, actitudes y destrezas y no sólo para garantizar la adquisición de los conocimientos.
   El "catequista mediador" hace lo posible para que los catequizandos actúen con la autonomía que su madurez permita y para que sean ellos los que se van haciendo conscientes de sus propios aprendizajes y capacidades.
   Es conveniente, con todo, discernir bien lo que la intermediación significa cuando se trata de educación religiosa y advertir sus radicales diferencias con la educación terrena. En lo humano la mediación es un procedimiento de sensibilización personal. En lo religioso la mediación tiene una limitación, por cuanto el mensaje no es propio sino que proviene de Dios y ha sido confiado a la Iglesia que lo guarda en depósito, no en propiedad. Se asume como metodología, pero no se convierte en dogma metodológico aceptado sin más.